Este día marcó el inicio de mis vacaciones, lo que siempre aporta una sensación de tranquilidad. No obstante, mantuve mi rutina matutina habitual: desayuno de fruta fresca y una buena taza de café adictiva. Sabía que luego tendría leccciones de natación en Chiang Mai y yo sería el profesor… Me sumergí en mis actividades diarias con la misma dedicación de siempre, pues incluso en la última etapa de mi estancia en Chiang Mai, había mucho por hacer.

Mi amiga «Sumi» llegó por la mañana, y decidimos almorzar juntos en Anchan Noodle, un lugar conocido por sus «noodles azules».

Estos noodles son un plato tradicional del norte de Tailandia, cocidos con flores de Clitoria ternatea, que les dan su característico color azul. Disfrutamos de un almuerzo delicioso mientras compartíamos buenos momentos. “Sumi” sabía que era uno de mis últimos días en Chiang Mai, aún así fue divertido pasar el tiempo así con ella. 

Luego, fuimos a tomar café a Mingmitr Coffee, donde probamos café de calidad y dulces deliciosos. La charla y el café complementaron la comida perfectamente.

De vuelta en mi apartamento, «Sumi» me sorprendió con un regalo: un racimo de longan, también conocidos como Ojo de Dragón. Estos frutos son dulces y deliciosos, lo que los convierte en una golosina favorita en Tailandia y otras partes de Asia.

Pasamos tiempo juntos en el apartamento, disfrutando de nuestra compañía y compartiendo risas y conversaciones. Luego, llegó el momento de enseñar a «Sumi» a nadar en la piscina del condominio. Estaba un poco asustada al principio, pero, con paciencia y apoyo, finalmente logró aprender lo básico. No se convirtió en una experta, pero ganó la confianza para nadar distancias cortas y mantenerse a flote.

Después de nuestras lecciones de natación en Chiang Mai, regresamos al apartamento para pasar más tiempo juntos, pero eventualmente llegó el momento de despedirnos. «Sumi» se dirigía a Lamphun, y yo tenía que prepararme para mi última noche en mi apartamento. Al día siguiente, debía mudarme a un hotel en Chiang Mai, ya que había quedado con «DriveGirl» para resolver algunos asuntos y no quería molestarla con mis maletas. Por ello fuí el día anterior a revisar el hotel y preguntar si podía ir antes a dejar mis maletas. 

Mi destino hotelero tenía una sorpresa agradable: una piscina que era una de las mejores que había visto en un hotel. Después, cené en un lugar llamado Crazy Curry, un restaurante japonés de curry con una decoración inusual que parecía sacada de una juguetería. Las fotos que tomé del lugar intrigaron a mis amigos, quienes pensaron que estaba en una tienda de juguetes.

Más tarde, me encontré con «FrankfurtMan» para tomar una cerveza y jugar al billar, sabiendo que esta sería nuestra última velada juntos en Chiang Mai. Compartimos risas y buenos momentos, y aunque la hora se hizo tarde, fue una manera perfecta de despedirnos de la ciudad que nos había brindado tantas experiencias inolvidables.